jueves, 25 de noviembre de 2010

TÁCTICAS DE VIAJE II

¡Claaaro! ¿Con quien?

Tras alguna que otra experiencia, por lo menos yo tengo cristalino que la compañía define el tipo de viaje. Digo, hay que tenerlo en cuenta si lo que queremos es disfrutar. Para penurias ya está el resto del año.

Ejemplo de la vida misma: ir con seis cuerpos mas o menos conocidos de crucero por el Nilo, funciona. Ir con ellos de viaje en furgoneta por Ucrania, por ejemplo ... mejor ni intentarlo.

¡Ojo! no quiero decir con esto que no tenga su encanto el compartir experiencias con completos desconocidos, no. De hecho, tiene sus ventajas.

Asumiendo que los desconocidos sean personas razonablemente sociables y no psicópatas asesinos (que supongo que también debe tener su morbo), lo normal es que todo el mundo intente disfrutar la cosa.


Por lo menos los primeros días, toda la peña comparte lo mejor y mas divertido de su repertorio: los mejores chistes, las mejores anécdotas, las mejores experiencias y, en definitiva; todo aquello que hemos ido comprobando a lo largo de nuestra existencia que nos funciona para que no huyan de nosotros como de una mofeta desaseada.

Límite: no mas de una semana. A partir de ahí, ya nos va saliendo la vena. Nos comportamos como somos, vamos.

Te hartas del tipo raro (mas que tu, quiero decir) que lo pide todo prestado, de la chica mona que se zampa todas las magdalenas en el desayuno, del pseudoprogre de familia bien que te da lecciones de política (y al que sabes que, en cuanto salga de la ‘Uni’ y la familia le busque curro le va a faltar tiempo para calzarse un Audi), y demás fauna. Es que así es como somos.

Entonces, y tras estas disgresiones: ¿qué tipo de viaje se ajusta al tipo de compañía?.

Algunas ideas, en la próxima

Ah!, y si os divierten los viajes desastrosos, no dejeis de leer éste:

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