Depende mucho de si quieres ir mas o menos a tu bola. Un viaje organizadito, organizadito, tiene muchas ventajas: no te tienes que preocupar de como llegar, desplazarte, encontrar donde sobarla y demás temas logísticos.

Cuando eres de los que tienen problemas de orientación serios (p.ej. si eres de los que tienes pareja y esperas siempre que el/ella se acueste antes, porque nunca estás seguro de donde está tu sitio de la cama), tendrás un problema menos. De esta manera, podrás estar seguro de conseguir siempre hacerte la foto, igualita, igualita que la del folleto de propaganda. Ya sabes, sigue al de la banderola.
Ésto último no es necesariamente malo (ni raro) ... una pareja de amigos invitaban a familia y conocidos a compartir sus experiencias después de sus viajes: te recibían con ropa típica, te hacían probar comida del país y te sometían a ver tooooooooooodas las fotos que tomaron. Al mismo tiempo (y aqui está la gracia, ja,ja,ja) te iban sincronizando las fotos con las del susodicho folleto (¡que divertido!). Me pillaron dos veces. Ya no somos amigos.
¡Ojo!. ¡No todo es negativo!. Para aquellos que están acostumbrados a organizarse los viajes, son de relajo total. Te dejas llevar y traer y si vas en grupo, no hay posibilidad de malos rollos por decidir adonde vas. ('¿Que quieres ir a nadar con los delfines aquí, en el Sahara?. Habla con el guia'). ¡No digamos si te vas al Caribe en régimen de sol y margaritas!. Vuelves malo de comer y beber, pero relajadiiiisimo.
Seguiremos